Población e historia
De acuerdo al Censo de 2002, la población de la Federación de Rusia constituye 145.200.000 personas.
La composición étnica de la Federación de Rusia destaca por su gran diversidad. Aparte de los rusos, que constituyen el 81,5% de la población total, los de mayor numero son los tártaros (3,8%), los ucranianos (3%), los chuvashes (1,2%), los pueblos de Daguestan (1,2%), los bashkires (0,9%), los bielorrusos (0,8%) y los morduinos (0,7%). Son homogéneas por su composición étnica las regiones de noroeste, centrales y de Tierras negras del Centro, pobladas por los rusos. Por lo común, la mayoría de los pueblos organizados en sus propios Estados nacionales viven en forma compacta dentro de los límites de sus repúblicas, regiones o circunscripciones (salvo los judíos y los evencos). No obstante, el 70,8% de los morduinos, el 68% de los tártaros, el 49,6% de los maris residen fuera de los límites de sus respectivas repúblicas (1989).
Los últimos 30 años, los ritmos de crecimiento de algunos pueblos de Rusia se diferenciaban fuertemente de la media y, por consiguiente, de los rusos. Se duplicó con creces la población del Caucaso del Norte, la tuvina y la gitana. En 60-70% aumentó el número de buriatos, yakutes y calmucos. Un elevado ritmo de crecimiento se registró entre los pueblos que inmigraban enérgicamente a la Federación de Rusia de otras repúblicas de la ex Unión Soviética. Por ejemplo, entre 1959 y 1989, el número de azerbaiyanos en Rusia se multiplicó por 4,7; el de moldavos, por 2,8; de georgianos, por 2,3; de armenios, por 2,1; de kazajos, por 1,7. Simultáneamente el número de carelios y morduinos descendió a causa de la asimilación, y el de judíos debido a la emigración.
La mayoría de los pueblos que habitan Rusia consideran materno el idioma de su nacionalidad, mientras que una minoría indica como lengua materna el ruso. Lo último se refiere a la gran parte de los ucranianos, bielorrusos, alemanes, hebreos, polacos, coreanos, griegos, letones y estonios residentes en Rusia.
A raíz del hundimiento de la URSS y el surgimiento de Estados independientes, allende las fronteras de Rusia se quedó una importante diáspora rusa. Ésta se compone de los rusos autóctonos (25 millones de personas), la población no rusa que considera el ruso su idioma materno (11,2 millones), así como de otras etnias de Rusia, que consideran materno el idioma de su nacionalidad. A este último grupo pertenecen más de 800.000 tártaros, alrededor de 80.000 bashkires, decenas de miles de chuvashes, morduinos, udmurtos, maris, etc. La diáspora rusa en los territorios disgregados de la ex Unión Soviética cuenta aproximadamente con 37-38.000.000 de personas.
CREACION DEL ESTADO RUSO.- DATOS IMPORTANTES
El Estado ruso, denominado la Rus de Kiev, en cuyo territorio se configuraría la antigua nacionalidad rusa única, se formó en el siglo IX. En el año 988 Rus adoptó el cristianismo como religión oficial.
Sin embargo, en el siglo XII, debido a las enconadas guerras intestinas y el debilitamiento del poder central, se produjo la desintegración de la Rus de Kiev, dando lugar a la constitución de la República de Nóvgorod, los principados de Vladímir, Suzdal, Galitzia y Volynia, entre otros.
Las continuas rivalidades y discrepancias entre los príncipes resultaron en que ésos no pudieron hacer frente a la agresión emprendida contra Rusia en la primera mitad del siglo XIII por los conquistadores tártaro-mongoles. Casi durante 250 años Rusia permaneció bajo el dominio tártaro-mongol que trajo un sin fin de calamidades y provocó enormes víctimas entre la población, perjudicando irreparablemente el desarrollo económico, político y cultural del país. En 1380, en el campo de Kulikovo un golpe demoledor a los agresores fue asestado por las fuerzas unificadas de las tierras rusas al mando del Gran príncipe moscovita Demetrio del Don. No obstante, la definitiva liberación del yugo tártaro se conseguiría solo cien años más tarde.
En los siglos XIV-XVI las tierras del Noreste y Noroeste de Rusia empiezan a nuclearse en torno a Moscú, lo que culminaría en la formación de un Estado ruso unificando y la nación rusa.
A comienzos del siglo XVII Rusia rechazó la intervención polaco-lituana y sueca. A mediados de la misma centuria a Rusia se une Ucrania conformando un Estado único.
Las reformas de Pedro el Grande, realizadas a fines del siglo XVII y el primer cuarto del siglo XVIII, dieron un empuje a la modernización de Rusia y su desarrollo político-económico, social y cultural. Las brillantes victorias obtenidas por las tropas de Pedro I en la Guerra de Norte (1700-1721), permitieron que Rusia saliera al mar Báltico, "abriéndose una ventana a Europa", según la expresión metafórica de entonces. En ese periodo se intensificó la diplomacia y se ampliaron significativamente las relaciones internacionales de Rusia.
En los siglos XVI-XIX, resultante de la integración voluntaria a Rusia de varios pueblos no rusos que habitaban los vastos territorios del Norte, Volga, Urales, Siberia y Extremo Oriente, se forma un Estado multinacional: el Imperio Ruso.
A comienzos del siglo XIX los pueblos del Imperio Ruso se levantaron en armas contra la agresión de Napoleón (Guerra Patria de 1812).
Un hito importante en la historia rusa fue la reforma agraria de 1861, que abolió la servidumbre existente desde el siglo XVI e impulsó el desarrollo acelerado de la economía nacional. En las últimas décadas del siglo XIX se registraba un vertiginoso auge industrial, el desarrollo de la empresa privada, del sistema bancario y el comercio. Al mismo tiempo, se agudizaron las contradicciones sociales, aumentó el descontento con la autocracia zarista.
La primera Guerra Mundial, desencadenada en 1914, requirió un esfuerzo inaudito de la economía rusa, agotando sus recursos materiales y financieros. Los cálculos equivocados de los jefes militares y los reveses desequilibraron la vida social, provocando una grave crisis.
En 1917, el Partido Obrero Socialdemócrata (bolchevique) Ruso, con Vladímir Lenin a la cabeza, realizó la Revolución de Octubre, que determinó el destino del país por muchas décadas. Como principales objetivos de la revolución fueron proclamadas la liquidación de la desigualdad de clases, la construcción de una sociedad socialista y después comunista.
En diciembre de 1922 fue constituida la Unión Soviética (URSS).
Durante dos décadas subsiguientes la cumbre gobernante, encabezada por Iosif Stalin, concentró en sus manos un poder ilimitado, instaurando el sistema de gobierno totalitario. Se iniciaron persecuciones masivas a los disidentes y represiones de millones de ciudadanos soviéticos. Las purgas en el cuerpo dirigente del Ejército Rojo afectaron funestamente la capacidad defensiva de la nación. Sin embargo, a la par de las arbitrariedades políticas y jurídicas, el país modernizó a ritmos acelerados su industria y sus fuerzas armadas, desplegó gigantescas obras de construcción.
La Gran Guerra Patria de 1941-1945 significó una dura prueba para el pueblo soviético. La lucha contra el agresor nazi fascista se desplegó a nivel nacional. En corto plazo el Estado movilizó todos los medios y recursos disponibles para organizar resistencia al enemigo. Gracias al valor de los soldados soviéticos, al genio marcial de toda una pléyade extraordinariamente talentosa de jefes militares y a los esfuerzos de todo el pueblo, la Unión Soviética pudo hacer un aporte decisivo en la derrota contundente de la Alemania fascista.
En la década del 60 el socialismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo, al que siguieron, primero, el estancamiento y, después, la crisis. El voluntarismo y la burocratización del aparato dirigente del país; una economía muy costosa cuyos gastos se cubrían fundamentalmente con ingresos provenientes de la exportación de materias primas; las ingentes inversiones en la industria de guerra; la baja competitividad de la mayoría de los artículos, en especial de amplio consumo, en el mercado mundial; la paralización de cualquier iniciativa; la ideologización de todos los sectores de la vida social y la política exterior en detrimento a la lógica sensata; las continuas persecuciones a los disidentes, todo ello poco concordaba con las ideas proclamadas de la construcción de un futuro luminoso.
A mediados de los años 80 el país se vio ante la necesidad de efectuar cambios cardinales en la economía y la organización sociopolítica del Estado. Bajo de dirección del Presidente de la URSS Mijaíl Gorbachev fue iniciada la perestroika. Sin embargo, la realización de reformas resultó ser una tarea extraordinariamente difícil. La aparición de las nuevas relaciones sociales provocó la inestabilidad económica, una inflación galopante, una lucha enconada entre las fuerzas políticas, la tirantez social y los conflictos interétnicos.
En 1991, como resultado de los acuerdos de Belovezhskaia Puscha, la Unión Soviética deja de existir. La sucede la Federación de Rusia. Bajo el mando del primer presidente de la Federación de Rusia, Boris Yeltsin, el país intentó un camino de reformas con vista a modernizar la sociedad rusa. Se implementó una privatización en masa, pero la falta de experiencia social en la solución de los problemas tan complicados como son la transición a la economía de mercado, la articulación de las nuevas relaciones de producción y la organización de la empresa privada influyó de modo negativo en la marcha de las reformas. La estratificación social, la disminución del nivel de vida de una parte considerable de la población, la arraigada costumbre de fiar al Estado la tarea de garantizar la situación económica de uno y un alto nivel de la delincuencia agudizaron la lucha política, alimentando la tensión social.
El 31 de diciembre de 1999, Yeltsin anunció su dimisión voluntaria interino. El 26 de marzo del año 2000, a raíz de los comicios democráticos Putin fue electo Presidente de la Federación de Rusia; y el 14 de marzo del 2004, reelecto para su segundo periodo presidencial.
A pesar de las dificultades de distinta índole, Rusia ha ingresado en el tercer milenio siguiendo el rumbo que no tiene alternativa, el de reformas. Es el único camino que permite crear una economía eficaz y asegurar una vida digna a la población, el camino que permite al Estado ruso incorporarse orgánicamente al sistema económico mundial brindando un aporte constructivo al desarrollo de las relaciones civilizadas y mutuamente beneficiosas entre Estados.
(Centro Virtual de Ciencia y cultura España-Rusia)
en: http//www.centro-curltual-ruso.es/InfoRus3.htm
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